miércoles, 25 de junio de 2008

Después de casi un año de parón obligado por penosas circunstancias de carácter familiar, vuelvo a dar vida a este blog. Y lo primero que quiero hacer en este reencuentro es dedicar un recuerdo emocionado a Maribel Peñalvo Cortijo, amiga del alma, que ya no está con nosotros. Maribel era una amante de la poesía como he conocido a pocos y para ella van estos poemas:

ESA MUJER (a Maribel Peñalvo, en el recuerdo)

Esa mujer
que anda sola por el filo
de la madrugada
esperando la llegada del amor.

Esa mujer que sonríe
ante la pesada carga
de la melancolía:
La pena ha hecho nido
en su corazón.

Esa mujer, fuerte como
la roca venerable del destino,
rodeada de todos
en una ofrenda de calor.
Pero todos ya es poco
y el calor no ahuyenta
la decrepitud.

Esa mujer, luchadora
contra los hielos del odio.
El frio se hace fuerte
al compás del paso
inmisericorde del tiempo
y todos nos quedamos
a merced de la nada,
pues de la nada
ha surgido esa felonía
insana que pudre la vida.

Esa mujer, dulce como
la ambrosía de los dioses,
el destino se ha burlado
de ella y de todos.
Una remota esperanza
parecía encubrir la llegada
impasible de Tánatos,
pero se ha consumado en días
lo que la justicia de Cronos
auguraba en años.


LA OQUEDAD DEL DESTINO

Ya que han pasado los años,
vemos crecer con desconcierto
la yerma oquedad del destino
rodeada de árboles macilentos
que se desvanecen en la madrugada.
Han dejado extender sus ramas
para asirnos en el último suspiro,
pero no será necesario,
la pasión resquebraja
los miedos ocultos.
El agua penetra por las rendijas
de la humillación
limpiando las impurezas
del recuerdo.
La espera, que creemos eterna,
se adivina estéril
pues el tiempo se alza
como hacedor supremo
de todas las verdades
que adivinábamos en el horizonte
y que, cual oráculo trágico,
comprobamos como definitivas.

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