martes, 16 de marzo de 2010

Sobre la moral en la opinión pública

“Pagar 90 millones por un futbolista, en estos tiempos de crisis, es una inmoralidad”. Esta frase la escuché un día del verano de 2009 en la radio y fue pronunciada por una conocida actriz española, de la que no diré el nombre pues esta frase se ha repetido antes y después hasta la saciedad en todos los estamentos de la vida pública y privada, no solo española, sino también extranjera. Si digo lo de la actriz es porque en ese momento, un poco harto de la frasecita, me puse a pensar a fondo en el tema, fue ella la que me impulso a reflexionar sobre lo que ahora escribo.
Ante todo, tengo que aclarar que no voy a hablar de fútbol, solo diré, por si hay alguien que no sepa de qué va la frase (que lo dudo), que todo viene por el fichaje del futbolista Cristiano Ronaldo por parte del Real Madrid que pagó al Manchester City una cantidad que superaba los 90 millones de euros.
Bien, analicemos la frase a fondo, ¿qué significa pagar un dinero por fichar a un futbolista? Creo que es fácil: Una entidad privada (el Real Madrid) desembolsa un dinero (90 millones de euros) para incorporar a sus filas a un futbolista considerado de los mejores del mundo. Visto de otra manera: una entidad privada que se dedica al negocio del ocio y el espectáculo (en este caso deportivo) hace una inversión para sacar una rentabilidad en los próximos años, rentabilidad que está asegurada (la mayoría de expertos económicos del planeta ya lo habían vaticinado) porque su caché ha subido enormemente y ahora contratar al Real Madrid para jugar un simple partido amistoso está por las nubes.
Entonces, si cuando una entidad privada hace una inversión, moviendo dinero, no quemándolo, la llamamos inmoral, tendremos que llamar inmorales a todos aquellos responsables económicos del mundo occidental que han reclamado, día tras día, que para salir de la crisis hay que mover el dinero, invertirlo y no guardarlo ladinamente a la espera de tiempos mejores. Acaso piensa nuestra querida actriz, y el resto de sus imitadores, que esos 90 millones son los únicos que se han gastado en todo el mundo en realizar fichajes futbolísticos, o es que los demás fichajes no son inmorales porque la cantidad es menor. De ser así estaríamos reduciendo la moral a una mera cuestión de cantidades. Ya veo a los niños del colegio La Purísima Concepción de Matarile de Arriba diciéndose unos a otros: “Tú eres un inmoral porque has cometido siete pecados y yo solo tres, chincha, rabia…”. La moralidad no se debe medir por cantidades sino por hechos, y el hecho de realizar una inversión es la sal y la vida de una sociedad capitalista, que es (si no me equivoco) la que tenemos (algunos dirán padecemos). Y como la moral preocupa mucho a los capitalistas, estos ya se ocupan de realizar sus buenas acciones solidarias destinando unas pocas de sus abundantes ganancias para ganarse el cielo y la buena opinión de la sociedad y, al mismo tiempo, lavar sus conciencias. El Real Madrid, sin ir más lejos, se ha comprometido a reconstruir íntegramente una escuela destruida por el terremoto de Haití. Y todos tan contentos.
Pero ya que estamos hablando de gastos inmorales, acaso no sabe nuestra excelente actriz que miles de empresas de todo el mundo realizan inversiones supermillonarias (no de 90 millones) para sacar una rentabilidad mayor y que muchas de esas inversiones sí que habría que calificarlas de inmorales: Las empresas que han comprado grandes extensiones de la Amazonia para deforestarla y vender la madera, para convertirla en zona de extracciones mineras, etc., sin tener en cuenta la opinión de los indios, y a costa de ellos, habitantes milenarios de esas tierras. Las empresas que invierten miles de millones en realizar prospecciones petrolíferas en el océano, muchas veces con escaso éxito, a costa de acabar con millones de peces, auténticos bancos de pesca. Las empresas que vierten sus residuos en los ríos y los mares contaminándoles descaradamente y que ninguna de sus grandes inversiones va destinada a evitar esa contaminación…
Estamos acostumbrados a opinar, a criticar, sin antes analizar en profundidad nuestro objeto de crítica. ¿Por qué?, quizá porque es muy fácil dejarse llevar por las noticias de impacto, y el fútbol tiene mucho más impacto en la prensa que la noticia de una empresa que contamina un río. Cuesta muy poco y resulta muy bonito apuntarse a caballo ganador. Pero que lastima cuando, después de meditarlo un poco, nos damos cuenta de que el caballo ganador es otro.

1 comentario:

Unknown dijo...

Perdone, señora, que no me levante (Epitafio en la tumba de Groucho Marx)

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