lunes, 22 de marzo de 2010

SATIRIGONZAS III

La indignidad de Gaston Savry de Saintenan

El Barón Valtierra sostenía que el hombre podía ser capaz de echar a perder un gran hecho histórico, militar o religioso por el sólo motivo de no saber estar a la altura de las circunstancias en su culminación. Y puso como ejemplo la siguiente historia:

Gastón Savry de Saintenan fue el más famoso peregrino del siglo XVI. Nacido en un pequeño pueblo de la frontera de Francia con el territorio Helvético, siempre soñó con recorrer el mundo en peregrinación para mayor gloria de Dios. Recorrió a pie los Santos Lugares del Nacimiento de Jesús, hizo el mismo camino que San Pablo para convertir a los corintios y a los efesios, a los tesalónicos y a los filipenses, en lo que, en época de Saintenan, era el territorio de la Sagrada Puerta. Peregrinó por el país de los belicosos tártaros llegando hasta la península de Jutlandía, y a todos los sitios llevó la palabra de Dios. Pero su peregrinación más importante, aquella que le dio gran fama en su tiempo, fue hacer el Camino de Santiago desde Roma en el año de 1544, cuando una gran sequía azotaba todo el sur de Europa y las temperaturas no bajaban nunca de los 45 grados, excepto bien entrada la noche. Gaston Savry de Sainteman se aventuró por esos caminos de Dios solo pertrechado con sus sandalias, su túnica de peregrino, ajada por el paso del tiempo, una cruz al cuello y un palo de fresno donde apoyarse.

Gastón pasó multitud de calamidades causadas por el calor, por el sol que siempre en verano aprieta por estos lugares del sur de Europa, un sol que cayó como nunca antes lo había hecho. Sin embargo, el hambre, la peste, la guerra, los bandidos, y demás calamidades de la época, le respetaron y llegó a Santiago sano y salvo, y fue recibido como un enviado de Dios, como el hombre santo que era. Cuando el Obispo de Santiago fue a darle la bienvenida con toda la solemnidad que requería el momento se produjo un hecho que todos los eruditos de entonces, e incluso de épocas posteriores, consideraron clave para que Gaston Savry de Saintenan no subiera a los altares tal y como merecía. Ante las solemnes palabras del Obispo, henchidas de amor a Dios, Gaston solo acertó a decir: “Lo que más me gusta del sol, es la sombra”.

No hay comentarios:

Contador de Visitas

contador de visitas