lunes, 5 de abril de 2010

SATIRIGONZAS IV

La idea de civismo del Barón de Valtierra

Amadeo de Valtierra, en una de sus clases magistrales, mantuvo un chispeante debate con uno de sus alumnos más aventajados, Matías Carchales, a propósito del civismo del pueblo.

- Querido Matías -dijo el barón-, en el mundo actual el civismo es una materia de escaso valor, y digo materia por asimilarlo al estudio. Y para dejarlo claro: es materia que no se estudia.

- Pero profesor -intervino Matías Carchales-, la educación es algo que está en los colegios, en ellos se educa.

- No, de ninguna manera, y voy a intentar demostrarlo mediante un ejemplo: Una mujer con una prominente barriga de embarazada entra en un vagón del Metro y se produce algo lógico: alguien se levanta y le cede el sitio. Pero ¿Nos hemos planteado alguna vez si todos los que están sentados cederían el sitio a la embarazada?. Puede que haya sentadas personas ancianas que no se levanten, puede que haya personas enfermas o lisiadas que tampoco puedan cederle el sitio, pero siempre habrá un elevado número de individuos que no deberían tener ningún problema en levantarse y dejar su sitio a la mujer. ¿Alguien puede decirme por qué razón no se levantan?

- Porque no les da la gana.- dijo Matías con contundencia.

- Efectivamente. Así de sencillo. Esto lo que nos demuestra es que el educado gesto de una persona tapa los nefastos del resto y de esta manera las apariencias quedan cubiertas y todos salen con bien del aprieto.

- Eso es algo evidente, profesor.- afirmo Matías.

- Pero cuidado -alertó Valtierra-, es muy importante establecer unas diferencias en el tema de la educación. Existen unas claras entre lo que podríamos definir como un "maleducado" y un "sin educación", a saber: al "maleducado", cuando le haces ver su desconsideración al no dejar su sitio a una embarazada en el metro, puede sufrir en su interior la mala acción que ha realizado, puede sentir con su sonrojo la mirada de los demás por su mala acción; sin embargo, al "sin educación" cuando le haces ver la misma situación, se encoge de hombros incrédulo sin saber que ha hecho algo mal. Esto quiere decir que la "educación" es saber que existe, en la convivencia con los demás, la posibilidad de tratar a las personas bien o mal. Los que no conocen esa posibilidad son "sin educación".

Matías dudó y cuando se le hizo la luz en su cerebro intervino:

- Pero todos son conscientes de que existen cosas buenas y malas, independientemente de que tengan o no educación. ¿Acaso creé, profesor, que la gente es tan simple, o mejor dicho, tan estúpida?.

- Mi querido Matías, la gente es muy consciente de lo que es bueno o malo…, pero para ellos, no para los demás.

Amadeo de Valtierra miraba por la ventana pensando en sus siguientes palabras. Enseguida se giró hacia sus alumnos y dijo:

- En el trato superficial con las personas es donde se ve la educación. En el trato profundo, intimo…, es donde la educación deja paso a la filosofía. Si ya perdemos las maneras en lo superficial no quiero pensar que será en lo profundo.

- Quizá en lo profundo -intervino Matías- es donde las personas se muestran más educadas, más permisivas, más emotivas… y, quizá por ello, más educadas.

- Es una teoría a tener en cuenta, pero también es una contradicción: Yo estimaría más a una persona que en el trato directo y superficial se mostrara amable y educado, mientras que en el trato emocional, profundo…, con, por ejemplo, un amigo, se mostrara tirante, irritado, casi insoportable; siempre, claro está, que tuviera motivos para ello. Porque estaremos de acuerdo que un ser irritante, insoportable por si mismo no puede tener verdaderos amigos, a no ser por puro interés.

- En definitiva señores -terminó su discurso el barón-, no me creo nada ese juicio que expresamos cuando creemos conocer a alguien: "En el fondo es una buena persona". Decimos esto porque realmente no le conocemos lo suficiente pero creemos que es necesario justificarle precisamente por lo poco que le conocemos.

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