lunes, 24 de febrero de 2014

A propósito del 75 aniversario de la muerte de Antonio Machado

Los pasados días 21 y 22 de febrero se celebraron, en el Ateneo de Madrid y en Segovia, respectivamente, sendos homenajes a don Antonio. Un servidor acudió al del Ateneo, si bien, al llegar justo de hora, no pudo sino ver la inmensa cantidad de gente que abarrotaba la sala y la no menos inmensa que se quedaba fuera.

El homenaje celebrado en Segovia estuvo protagonizado por algunos poetas amigos, tal y como podéis leer si pincháis en el link que sigue:

http://cultura.elpais.com/cultura/2014/02/22/actualidad/1393087477_831583.HTML
 
Por otra parte, estoy volviendo a leer uno de los mejores libros que se han escrito nunca en nuestro idioma: "Juan de Mairena", así como otras prosas de Machado, todas ellas muy recomendables. Como particular homenaje a don Antonio, quiero dejar aquí una de esas prosas que viene muy al pelo de la actual situación política de nuestro país:
 
ELSEÑOR IMPORTANTE Y LOS QUE SOPLAN FUERA
 
En una nueva sociedad, organizada sobre el trabajo humano y atenta a la cualidad de éste ¿qué haríamos del señor importante cuya especialidad consiste en tener más importancia que todos sus prójimos reunidos? ¿Qué hacer de ese hombre que vemos, al frente de todas las agrupaciones humanas, presidente, director, empresario, socio de honor en quien se reconoce -sin que sepamos por qué- una cierta idoneidad para el lucro usurario, la exhibición decorativa, la preeminencia y el anfitrionismo? Cuando el señor importante pierde su importancia, una cierta orfandad, como una tristeza de domingo hospiciano afligirá nuestros corazones.
 
Un señor importante de un pueblo andaluz contrato para los festejos de feria a una banda de músicos ambulantes. Tocaron éstos cuanto se les pidió, muy a satisfacción de sus oyentes.
 
Pero se supo -nuca faltan espías- que en la banda había dos músicos fingidos, los cuales simulaban soplar en las boquillas de sus cornetines, aunque, en realidad, soplaban fuera de ellas.
 
A la hora del pago, el empresario se negó a satisfacer la soldada de los murgantes de pega. Ellos protestaron airadamente.
 
-Nosotros -dijeron- hemos trabajado tanto como nuestros compañeros inflando y desinflando nuestros carrillos al compás de la música. ¿Qué soplábamos fuera? Pues agradezca usted que no soplábamos dentro.
 
Los dos cornetines no volvieron a figurar en la banda. Desde aquel mismo día forman parte de la empresa.

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